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O ditador e genocida morre na cela. Por Juan Diego Botto

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“Videla murió en una celda y será enterrado sin honores militares ni de hombre de Estado. Sus familiares podrán llorarlo, podrán enterrarlo, y llevar flores a su tumba, un privilegio que se nos negó a sus víctimas, pero los libros de historia no transmitirán mensajes ambiguos, contradictorios o equidistantes. Será recordado como un genocida y así los jóvenes militares argentinos, los jóvenes estudiantes y futuras generaciones sabrán que quien toma violentamente el poder, quien secuestra, tortura, mata y hace desaparecer opositores, quien roba bebés para borrar su herencia, será enérgicamente condenado por las leyes y la sociedad. Porque esa es la función de la justicia, evitar la impunidad y convertir la condena en prevención.

Videla se fue sin pedir perdón, se fue sin decirnos dónde están, dónde arrojaron los cuerpos de nuestros padres y madres. Pero sea como fuere la foto se congeló, ya no hay camino de retorno, para siempre quedará la imagen de que el dictador murió en su celda. Es un hecho de gran relevancia no solo para Argentina sino para el resto del mundo. Frente al camino del olvido, la equidistancia y la desmemoria existe la alternativa de la justicia, la verdad, la reparación.

No es una quimera pensar que los pueblos pueden someter a sus dictadores y hacerlos inclinarse ante la ley, no es una quimera pensar que los derrotados pueden cambiar el curso de la historia.”

Este trecho de um texto de Juan Diego Botto, publicado no site Zona Crítica, expressa o que significa, para muitos argentinos, a morte de Videla. Juan não está comemorando a morte de uma pessoa, mas sim a celebração da vida. É o fato de Videla ter morrido na prisão que marca, para Juan, esse momento.  Assim: